Menos cosas, más vida: así funciona Poppins, el Airbnb de los objetos

Una app francesa conecta a vecinos para prestar o alquilar objetos infrautilizados. Su lema: «Posee menos, vive más».
En París, la emprendedora Lucie Basch ha lanzado Poppins, una app que conecta a quienes tienen objetos infrautilizados con quienes los necesitan. Desde abril de 2025, la plataforma permite alquilar o prestar desde racletteras hasta tiendas de campaña, promoviendo un modelo circular. La aplicación ya suma más de 40.000 usuarios en Francia, en un contexto de creciente preocupación por el consumo excesivo. Su objetivo es claro: «hacer que compartir sea más popular que comprar».
Del trastero al teléfono
Una raclette, una batidora o una tienda de campaña: todos tenemos objetos que usamos dos veces al año y el resto del tiempo ocupan espacio. Según Lucie Basch, un tercio de los objetos que posee una persona media en Francia nunca se usan. Y esa ineficiencia no es solo económica: también tiene un coste ambiental.
La app Poppins, cuyo nombre homenajea al bolso sin fondo de Mary Poppins, permite visualizar objetos disponibles en tu zona, diferenciando entre préstamos gratuitos (65%) y alquileres. La aplicación se queda con una comisión sobre estos últimos, pero su ambición va más allá del negocio: quiere instaurar una cultura de compartir.
Entre los más buscados, destacan en verano las tiendas de campaña, cunitas, barbacoas y juegos como la petanca. En invierno, las racletteras se llevan el protagonismo. La app no permite anunciar armas ni juguetes sexuales, y cuenta con moderación activa.
“Lo hermoso del compartir”, afirma Basch, “es que es ecológico, económico y social”. A menor producción, menor huella. A menor compra, mayor ahorro. Y al compartir con otros, se recupera el contacto humano.
Una alternativa al modelo lineal
“Estamos pasando del crecimiento lineal al crecimiento circular”, explica Basch, que ya había transformado el mundo del desperdicio alimentario con su app anterior: Too Good To Go, usada por más de 100 millones de personas para salvar comida desechada por panaderías o restaurantes.
Poppins parte del mismo principio: el problema no es solo lo que compramos, sino lo que no usamos. Según Naciones Unidas, cada año se pierden más de mil millones de comidas a nivel global. Aplicado a objetos, el desperdicio se traduce en energía, materiales y espacio perdidos.
Grandes marcas ya se están sumando. Empresas de electrodomésticos han empezado a ofrecer modelos de alquiler, anticipando un cambio en el paradigma de propiedad. Para Basch, este es “el reto principal de los líderes empresariales de hoy: transformar el modelo”.
Y todo ello sin renunciar a la diversión: «Queremos que compartir sea fácil, fiable y divertido. Puedes organizar toda una fiesta solo con cosas alquiladas.”
Pensar como Mary Poppins
Poppins no es una simple app de segunda mano. Es un manifiesto contra el derroche cotidiano, envuelto en una interfaz amable y cercana. Su verdadero valor está en provocar un cambio de mentalidad: “Posee menos, vive más”, como reza su eslogan.
En un mundo donde los objetos duran menos y el marketing impulsa la compra constante, propuestas como esta invitan a frenar. A redescubrir lo colectivo. A pensar que quizás no necesitamos poseer, sino acceder. Que una batidora puede ser compartida por cinco hogares. Que no hace falta comprarse una raclettera para usarla dos veces al año.
La clave está en construir redes locales de confianza. Si plataformas como Airbnb y BlaBlaCar transformaron el turismo y el transporte, Poppins podría hacer lo mismo con los objetos cotidianos. Reduciendo residuos, fortaleciendo comunidades, y enseñando que menos también puede ser más.
El auge silencioso del préstamo vecinal
Mientras Poppins gana terreno en Francia, las bibliotecas de objetos y los bancos de préstamo se multiplican por Europa. Ciudades como Berlín, Ámsterdam o Copenhague cuentan con espacios físicos donde se pueden alquilar herramientas, electrodomésticos, instrumentos o disfraces por una tarifa simbólica. En Suiza, el sistema Pumpipumpe invita a los vecinos a colocar pegatinas en sus buzones para indicar qué objetos están dispuestos a prestar.
Este tipo de iniciativas responde a una necesidad emergente: el deseo de reducir el consumo sin renunciar a la funcionalidad. En países como Francia o Alemania, más del 80% de la población afirma estar dispuesta a compartir objetos de uso puntual, según un estudio de Eurobarómetro de 2024.
La app Poppins digitaliza ese gesto cotidiano. Pero también lo profesionaliza: al incorporar seguros, moderación y sistemas de reputación entre usuarios, aporta confianza a una práctica que antes dependía de la buena voluntad o de relaciones personales.
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