Neuralink inicia ensayos para convertir pensamientos en texto con implantes cerebrales

Neuralink arrancará en octubre un ensayo clínico para traducir pensamientos a texto con implantes cerebrales en pacientes con dificultades del habla.
Neuralink, la compañía de Elon Musk, anunció el inicio en octubre de un ensayo clínico pionero que busca permitir a personas con problemas del habla traducir sus pensamientos directamente en texto. El estudio, autorizado por la FDA mediante una exención de dispositivo en investigación, supone una nueva etapa en el desarrollo de interfaces cerebro-computadora. La iniciativa fue presentada por el presidente de la empresa, DJ Seo, en Seúl, donde explicó que el dispositivo podrá captar señales cerebrales relacionadas con el habla, sin necesidad de teclear ni pronunciar palabras. El anuncio llega en paralelo a la expansión internacional de Neuralink, marcada por polémicas éticas y una competencia cada vez más intensa en el sector.
De la mente al texto: un salto clínico
El nuevo ensayo se centra en personas con discapacidades del habla derivadas de lesiones neurológicas o enfermedades degenerativas. Según Seo, “si estás imaginando decir algo, podremos captarlo”. La promesa es que las señales eléctricas vinculadas al lenguaje interno puedan convertirse en texto, ofreciendo una vía de comunicación a quienes han perdido la capacidad de expresarse verbalmente.
La autorización de la FDA bajo el esquema de investigational device exemption (IDE) legitima el paso de la teoría a la práctica clínica. Neuralink ya había probado sus implantes en contextos de movilidad —permitiendo controlar ordenadores o brazos robóticos—, pero el salto hacia la traducción de pensamientos en lenguaje escrito abre una dimensión radicalmente distinta.
El ensayo de octubre representa uno de los usos médicos más ambiciosos de las interfaces neuronales hasta la fecha, y busca comprobar no solo la precisión en la decodificación de señales, sino también la seguridad a largo plazo de los implantes en regiones cerebrales asociadas al habla.
Expansión global entre la innovación y la polémica
Neuralink no se limita ya a EE. UU. La compañía ha iniciado su primer ensayo internacional en Canadá, donde dos pacientes con cuadriplejia recibieron implantes en el Toronto Western Hospital. Con ello, la empresa amplía un programa que pasó de tres pacientes en febrero a 12 participantes en septiembre, que en conjunto acumulan más de 15.000 horas de uso en 2.000 días.
Pero esta expansión no está exenta de controversia. El médico de urgencias Raghu Venugopal criticó públicamente la colaboración, recordando que Musk ha influido en recortes de ayuda exterior estadounidense que, según estimaciones, podrían traducirse en millones de muertes en países vulnerables. Para Venugopal, “los médicos canadienses no deberían colaborar con Elon Musk”.
Otros expertos, como el bioeticista Kerry Bowman de la Universidad de Toronto, reconocen la complejidad: aunque las posiciones políticas de Musk generan rechazo, los potenciales beneficios para pacientes sin alternativas hacen que el debate sea inevitable. La tensión entre innovación tecnológica y dilemas morales vuelve a situar a Neuralink en el ojo del huracán.
Competencia feroz en las interfaces cerebrales
El mercado de las interfaces cerebro-computadora (BCI) se ha convertido en uno de los frentes más disputados de la biotecnología. Neuralink compite con empresas como Precision Neuroscience, que recientemente obtuvo aprobación de la FDA para su interfaz inalámbrica Layer 7 Cortical Interface, o Synchron, respaldada por Bill Gates y Jeff Bezos, que desarrolla un enfoque menos invasivo mediante implantes en los vasos sanguíneos cerebrales.
La ventaja de Neuralink está en su ambición: mientras otros se concentran en aplicaciones médicas específicas, la empresa de Musk proyecta un futuro de consumo masivo. Sus planes incluyen implantar dispositivos en individuos sanos hacia 2030, con la posibilidad de interactuar con sistemas de inteligencia artificial “a la velocidad del pensamiento”. El objetivo de 20.000 implantes anuales en 2031 marcaría un cambio radical, pasando de una herramienta terapéutica a un producto de consumo con alcance global.
Entre la promesa y la inquietud
El ensayo de octubre no es solo un hito científico, sino un ensayo social y ético. Si Neuralink logra traducir pensamientos a texto en pacientes con graves limitaciones del habla, el avance puede transformar la vida de miles de personas. Sin embargo, también abre preguntas inquietantes sobre la privacidad mental, el control de datos cerebrales y el riesgo de convertir la mente en un canal de explotación comercial.
La historia de las tecnologías emergentes muestra que la línea entre medicina y consumo masivo suele difuminarse con rapidez. Neuralink apuesta a que sus implantes sean tan comunes como los smartphones, pero el precio podría ser la cesión de una intimidad nunca antes expuesta: los pensamientos no expresados.
El futuro dependerá de si las instituciones regulatorias y la sociedad logran imponer límites claros entre beneficio terapéutico y uso comercial. Lo cierto es que, en octubre, los primeros pacientes probarán si de verdad es posible dar voz a la mente. Y con ello, se abre una etapa en la que pensar y comunicar podrían dejar de ser dos actos separados.
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