NISAR: el satélite de la NASA que medirá cada centímetro del planeta

NISAR, el satélite NASA–ISRO de $1.5 mil millones, mapeará cambios terrestres a escala centimétrica desde el espacio a partir del 18 de junio.
El 18 de junio de 2025, NASA e ISRO lanzarán el satélite NISAR, una misión conjunta de $1.5 mil millones diseñada para observar los cambios en la superficie terrestre con una precisión sin precedentes. El satélite utilizará radar de doble frecuencia para detectar alteraciones de apenas centímetros en cualquier parte del planeta, en cualquier momento del día o bajo cualquier clima. Con un ancho de franja de 240 km, cubrirá casi toda la Tierra cada 12 días. Su impacto será transversal: medioambiente, agricultura, gestión de desastres e infraestructura.
Un satélite para detectar cada grieta del planeta
El 18 de junio despegará desde la India una de las misiones satelitales más ambiciosas del siglo XXI: NISAR. Con un presupuesto de $1.5 mil millones y cooperación entre la NASA y la agencia espacial india ISRO, este coloso de tres toneladas cambiará la forma en que entendemos la superficie de la Tierra.
NISAR es el primer satélite de observación terrestre equipado con radar de apertura sintética (SAR) de doble frecuencia: banda L (1.257 GHz) y banda S (3.2 GHz). Esta combinación tecnológica permite escanear el planeta desde el espacio con una resolución de hasta 3 metros y una capacidad de detección de deformaciones a escala centimétrica. A diferencia de los sensores ópticos, el SAR puede ver a través de nubes, humo, lluvia y oscuridad total.
Gracias a su órbita polar y su ancho de franja de 240 km, NISAR podrá mapear prácticamente toda la superficie terrestre cada 12 días, tanto en pasadas ascendentes como descendentes. Esto permitirá detectar con precisión milimétrica procesos que antes pasaban desapercibidos: subsidencias, actividad tectónica, avance de glaciares o erosión de laderas.
Lo que hace aún más potente a NISAR es su capacidad para operar con diferentes polarizaciones (simple, dual, compacta y cuádruple), lo que amplía enormemente su potencial científico y operacional. Esta flexibilidad permitirá ajustar las mediciones según la región, el objetivo y las condiciones del terreno.
Aplicaciones prácticas, de la agricultura al cambio climático
La utilidad de NISAR se extiende mucho más allá de la ciencia pura. Sus datos permitirán a gobiernos, agricultores, urbanistas y equipos de emergencia tomar decisiones más rápidas, informadas y eficaces. En medio de un mundo en transformación climática, esta herramienta no llega un día antes.
En el ámbito ambiental, NISAR ayudará a vigilar la deforestación, el deshielo polar y los cambios en humedales, proporcionando datos objetivos para combatir el cambio climático. En la agricultura, permitirá monitorear la salud de los cultivos, el contenido de humedad del suelo y predecir rendimientos, lo que se traduce en mejor seguridad alimentaria global.
La gestión de desastres también dará un salto cualitativo: gracias a su capacidad de operar en cualquier condición atmosférica, NISAR podrá evaluar en tiempo real los efectos de terremotos, inundaciones o deslizamientos, incluso bajo humo o nubosidad. Esto lo convierte en una herramienta de referencia para protección civil y agencias humanitarias.
En infraestructura, su precisión permitirá detectar subsidencias, movimientos del terreno o humedad bajo carreteras y vías férreas, factores críticos para prevenir derrumbes o socavones. En minería y energía, se usará para vigilar presas de relaves o estructuras de tierra. Incluso ya se está utilizando en EE. UU. para localizar ocupaciones ilegales de tierras públicas.
Una visión sin parpadeos del planeta
NISAR ofrece algo que pocas misiones anteriores podían lograr: una mirada casi constante, profunda y multidimensional del planeta Tierra. Al combinar sus dos bandas de radar, sus modos de polarización y su amplia cobertura, el satélite puede estudiar desde la estructura interna de los bosques tropicales hasta las grietas en una pista de aeropuerto.
Uno de sus aspectos más prometedores es su capacidad de ayudar a modelar procesos dinámicos: la tectónica de placas, la expansión urbana o el colapso de glaciares. Los científicos podrán comparar imágenes sucesivas y medir deformaciones de apenas unos centímetros, algo esencial para anticipar desastres naturales y estudiar el impacto humano en los ecosistemas.
La promesa es clara: observar lo invisible, cuantificar lo gradual, predecir lo inevitable. Y todo, desde 747 kilómetros sobre nuestras cabezas.
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