Nobel advierte que los recortes de Trump ponen en riesgo el liderazgo científico de EE. UU.

La Academia Sueca que otorga los Nobel alerta que los recortes de Donald Trump a la investigación científica amenazan el liderazgo global de EE. UU. y aceleran una fuga de cerebros hacia Europa y China.
Los responsables de los premios Nobel han lanzado una advertencia sin precedentes: los recortes masivos de Donald Trump a la financiación de la investigación científica en EE. UU. ponen en riesgo el liderazgo mundial del país. Desde su llegada a la Casa Blanca en enero, la administración republicana ha eliminado miles de proyectos y reducido drásticamente los presupuestos de agencias clave como los Institutos Nacionales de Salud (NIH), la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) y la división científica de la NASA. El anuncio llega en vísperas de la entrega de los Nobel de 2025 y refleja una creciente alarma internacional sobre el futuro de la ciencia estadounidense.
Un golpe al motor de la ciencia mundial
Hans Ellegren, secretario general de la Real Academia Sueca de Ciencias, que otorga los Nobel en física, química y economía, alertó de que la política de Trump amenaza con revertir décadas de dominio estadounidense en investigación.
“En el periodo de posguerra, EE. UU. asumió el papel de Alemania como la nación científica líder. Ahora, al empezar a recortar la financiación de la investigación, se pone en riesgo esa posición”, declaró a la agencia AFP.
Por su parte, Thomas Perlmann, secretario general del comité Nobel de Medicina, fue aún más tajante: “EE. UU. es el verdadero motor de la investigación mundial. Si empieza a fallar, habría consecuencias muy graves para la ciencia global”. Según Perlmann, se percibe ya “una creciente sensación de incertidumbre sobre la voluntad de Estados Unidos de mantener su posición de liderazgo en investigación”.
Las críticas son extraordinarias por su procedencia: el comité Nobel rara vez entra en polémicas políticas, lo que subraya la magnitud de la preocupación.
Recortes históricos en la financiación científica
Los números ilustran la magnitud del retroceso. Desde enero, los NIH han cancelado 2.100 subvenciones por un valor total de 9.500 millones de dólares, además de rescindir contratos por 2.600 millones. La administración ha propuesto además recortar el presupuesto del NIH en casi un 40%, de 48.000 millones a 27.000 millones de dólares.
La Fundación Nacional de Ciencias se enfrenta a un tijeretazo del 55%, mientras que la división científica de la NASA sufriría una reducción del 52%. Entre las investigaciones afectadas figuran estudios sobre Alzhéimer, cáncer, cambio climático y cuestiones de género, todos considerados campos prioritarios para la salud y el conocimiento global.
El impacto humano también es significativo: más de 150.000 empleados federales, incluidos miles de científicos, han aceptado jubilaciones anticipadas o indemnizaciones, lo que algunos expertos describen como la mayor fuga de funcionarios en casi 80 años.
Amanda Levin, directora de análisis en el Natural Resources Defense Council, fue contundente: “Es un despilfarro colosal de dinero público. En lugar de impulsar las nuevas fuentes de energía y la investigación médica, se están desviando recursos hacia industrias obsoletas”.
Una fuga de cerebros sin precedentes
Las consecuencias no se limitan a la reducción de proyectos dentro de EE. UU. Los recortes están alimentando una fuga de cerebros global. Una encuesta de Nature reveló que el 75% de los científicos estadounidenses considera abandonar el país, siendo Europa y Canadá los destinos preferidos.
El fenómeno no es teórico: desde principios de 2024, al menos 85 investigadores de alto nivel se han trasladado a instituciones chinas, más de la mitad en lo que va de 2025. China, que ha aumentado sus presupuestos de investigación a niveles récord, se presenta como una alternativa segura y atractiva para científicos que sienten que su trabajo carece de futuro en EE. UU.
Ellegren lo advirtió con claridad: “Existe el riesgo de perder a toda una generación de jóvenes investigadores. China está invirtiendo recursos increíbles mientras Estados Unidos retrocede”.
Para los Nobel, el riesgo es doble: no solo se debilita la posición de EE. UU., sino que se crea un vacío de liderazgo global que otros países aprovecharán para avanzar en campos estratégicos como la biotecnología, la inteligencia artificial y la transición energética.
Un giro con consecuencias globales
El retroceso estadounidense llega en un momento en que la cooperación científica internacional resulta más crucial que nunca. La crisis climática, las pandemias y los retos energéticos requieren de colaboración transnacional y financiación sostenida. Si la principal potencia científica reduce su papel, el progreso colectivo se ralentizará.
Además, la pérdida de confianza en la estabilidad de la financiación estadounidense genera incertidumbre en proyectos globales de gran envergadura. Programas como la búsqueda de vacunas, el desarrollo de energías limpias o la exploración espacial podrían verse interrumpidos o retrasados.
Thomas Perlmann señaló que “si EE. UU. se repliega, el efecto dominó será devastador”. Países con menor capacidad de inversión dependen de la infraestructura y el capital humano estadounidenses, y la disminución de esos recursos se traduciría en menos descubrimientos y más desigualdades.
Entre política y ciencia: un debate de futuro
Los recortes reflejan la visión de Trump de priorizar sectores tradicionales como el carbón y el petróleo frente a la ciencia básica y aplicada. El presidente sostiene que muchas investigaciones son “gastos innecesarios” o responden a “agendas ideológicas”, en particular las relacionadas con el cambio climático y la igualdad de género.
Pero para la comunidad científica, la decisión supone un ataque frontal a la innovación y la competitividad. En palabras de Ellegren: “Estados Unidos corre el riesgo de perder el papel que le ha dado ventaja durante décadas: ser la cuna de descubrimientos que han cambiado el mundo”.
La polémica se intensifica en vísperas de los Nobel 2025, donde es probable que investigadores estadounidenses vuelvan a figurar entre los premiados. El contraste entre el reconocimiento internacional y el abandono doméstico no pasará desapercibido.
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