Las sepias se comunican con gestos complejos y vibraciones submarinas según nuevos descubrimientos

Científicos descubren que las sepias usan movimientos de brazos y vibraciones en el agua como lenguaje sofisticado de comunicación social.
Un estudio reciente ha revelado que las sepias emplean una forma avanzada de lenguaje no verbal basada en movimientos específicos de sus brazos. La investigación, llevada a cabo por neurobiólogos marinos, identificó cuatro señales distintas que funcionan como una suerte de lenguaje de señas submarino. Estos gestos no solo son visibles, sino que también generan vibraciones detectables a distancia por otras sepias. Este hallazgo transforma nuestra comprensión sobre la inteligencia y la complejidad social de estos cefalópodos.
Un sistema de señas submarino
Las sepias no solo cambian de color para comunicarse: también “hacen gestos” con sus brazos. Científicos han identificado cuatro patrones gestuales—llamados “arriba”, “lado”, “giro” y “corona”—que estos animales utilizan para enviar señales sociales específicas a otras sepias.
En el gesto de “arriba”, los brazos se levantan verticalmente frente a la cara; “lado” implica un movimiento lateral ondulante; “giro” enrolla los brazos por debajo de la cabeza; y “corona” forma un semicírculo con las puntas de los brazos tocándose. Estos gestos no son aleatorios, sino movimientos repetibles, orientados y reconocibles, que duran varios segundos y a menudo se combinan en secuencias complejas.
Lo más revelador fue la respuesta de las sepias a grabaciones en video de estas señales. Cuando se les mostró a otros individuos, respondieron “saludando de vuelta” con el mismo gesto, siempre que los videos estuvieran correctamente orientados. Si la señal estaba al revés, la respuesta no ocurría. Esto indica que los gestos tienen un significado social específico y que la orientación visual es clave para interpretarlos.
Vibraciones como canal alternativo
Además de ver los gestos, las sepias también los “escuchan” a través del agua. Cada señal con los brazos genera vibraciones mecánicas únicas que pueden ser detectadas por otras sepias incluso si no hay línea de visión directa.
Utilizando hidrófonos, los investigadores registraron estas vibraciones y las reprodujeron a sepias en tanques separados por barreras opacas. Sorprendentemente, las sepias respondieron al gesto original solo si escuchaban la vibración exacta. Si las grabaciones estaban alteradas o invertidas, no reaccionaban. Esto demuestra que el patrón específico de vibración contiene información significativa, más allá de un simple estímulo sensorial.
Este descubrimiento revela una forma de comunicación multimodal en tiempo real, donde un gesto genera una onda que viaja como señal acústica, igual que sucede en los vertebrados con la voz o los pasos. La sofisticación de este sistema es tan alta que se asemeja a formas de comunicación humana basadas en gestos y sonido, pero con un origen evolutivo completamente distinto.
Los sentidos que lo hacen posible
Las sepias han evolucionado órganos altamente especializados para percibir tanto luz como vibraciones. Sus grandes ojos tipo cámara les otorgan una visión extremadamente aguda, permitiéndoles captar cambios mínimos en el entorno. No es casual que el 140% de su sistema nervioso central esté dedicado al procesamiento visual.
Pero su sistema visual no está solo. Las sepias también poseen líneas laterales y estatocistos, estructuras especializadas en detectar movimiento del agua y aceleración. Las líneas laterales recorren su cabeza y brazos con células pilosas que reaccionan a ondas de presión, mientras que los estatocistos—análogos a los órganos de equilibrio—les permiten “sentir” vibraciones sin necesidad de oído.
Este sistema dual de percepción permite que las sepias interpreten mensajes sociales tanto por canales visuales como mecanosensoriales, una redundancia que garantiza la comunicación incluso en aguas turbias o durante la noche. Es un mecanismo comparable al uso combinado de la vista y el oído en humanos, aunque surgido en ramas evolutivas completamente separadas.
Comunicación compleja sin palabras
La idea de que un animal marino “salude” o “responda” a una señal parece casi antropomórfica. Pero el hallazgo en sepias sugiere que la comunicación compleja no es exclusiva de mamíferos ni de aves. Este descubrimiento revela que la inteligencia social puede surgir de formas profundamente distintas, siempre que el entorno lo favorezca.
Las sepias, con cerebros altamente desarrollados, vida solitaria pero interacción frecuente, y entornos tridimensionales cambiantes, han desarrollado un sistema que combina gestos, color, postura, y ahora, ondas mecánicas, en un repertorio comunicativo que rivaliza con el de los primates.
El hecho de que estas señales tengan estructura, orientación y respuesta definida abre la puerta a una pregunta más amplia: ¿pueden las sepias “hablar” entre sí con algo parecido a un lenguaje? Y si es así, ¿qué más podríamos aprender de ellas sobre la evolución de la comunicación?
El lenguaje oculto del océano
El descubrimiento de este sistema de gestos submarinos no solo amplía nuestro conocimiento de las sepias, sino que rompe con muchos prejuicios sobre la inteligencia animal. Estos cefalópodos, que ya impresionaban por su capacidad de camuflaje y resolución de problemas, ahora nos muestran que también pueden tener formas de “lenguaje” no verbal, estructuradas y multimodales.
Más allá del asombro biológico, este hallazgo tiene implicaciones profundas. Entender cómo funciona este sistema podría inspirar nuevas tecnologías de comunicación submarina, como sistemas de señales para robots oceánicos que usen vibración y movimiento en lugar de radiofrecuencia.
En última instancia, este descubrimiento nos recuerda que la inteligencia no tiene una sola forma, ni un solo camino evolutivo. La próxima vez que veamos una sepia moviendo sus brazos, tal vez estemos presenciando algo más que una danza: quizás estamos viendo cómo la naturaleza inventa, una vez más, su propio lenguaje.
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