Starlink en jaque: El sol está destruyendo los satélites Space X a los pocos días de ser lanzados

Alberto Noriega     30 mayo 2025     4 min.
Starlink en jaque: El sol está destruyendo los satélites Space X a los pocos días de ser lanzados

Las tormentas solares aceleran el reingreso de satélites Starlink, según NASA. Algunos caen tras solo cinco días en órbita en lugar de 15.

Un estudio dirigido por la NASA ha revelado que las tormentas solares están acortando dramáticamente la vida útil de los satélites en órbita baja, afectando en especial a los dispositivos Starlink de SpaceX. Durante el reciente máximo solar, algunos satélites reingresaron a la atmósfera después de apenas cinco días, muy por debajo de su operación esperada de quince. El fenómeno, observado entre 2020 y 2024, ha coincidido con el despliegue masivo de constelaciones satelitales, generando un nuevo frente de riesgo para la infraestructura espacial. La comunidad científica advierte que estamos ante un escenario sin precedentes en la historia de la exploración espacial moderna.

Una atmósfera hinchada por el sol

El pico del máximo solar a finales de 2024 desencadenó una oleada de tormentas geomagnéticas que afectaron seriamente a los satélites en órbita terrestre baja (LEO). El equipo liderado por el Dr. Denny Oliveira en la NASA demostró cómo estas erupciones solares calientan y expanden la atmósfera superior, aumentando la fricción sobre los satélites y acelerando su caída.

En el caso concreto de Starlink, 37 satélites reingresaron a la atmósfera terrestre tras solo cinco días de operación, cuando se esperaba que duraran quince. Esta aceleración no solo representa un coste económico elevado, sino que también introduce una incertidumbre operativa inédita para las mega-constelaciones que actualmente orbitan el planeta. Entre 2020 y 2024, se han documentado 523 reingresos de satélites Starlink, evidenciando una fragilidad estructural ante eventos solares extremos.

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Beneficio disfrazado de amenaza

Curiosamente, el fenómeno también trae consigo un efecto positivo inesperado: la limpieza más rápida de la órbita baja de satélites inactivos. A medida que el clima solar se intensifica, el aumento del arrastre atmosférico facilita la desorbitación natural de satélites antiguos, reduciendo así los riesgos de basura espacial.

Sin embargo, este mismo efecto también complica la planificación de misiones activas. Lo que antes era una ventana operativa estable de semanas puede ahora reducirse a días. Satélites en pleno funcionamiento, diseñados para operar hasta 15 días, se precipitan a la Tierra tras solo 120 horas. La era del máximo solar pone a prueba la robustez de los modelos orbitales tradicionales y fuerza a las empresas a integrar variables solares en sus algoritmos de navegación y predicción.

Piezas del cielo en tierra firme

Aunque los satélites Starlink están diseñados para desintegrarse completamente durante la reentrada, la realidad ha demostrado que no todos los componentes se volatilizan. En agosto de 2024, una pieza de 2,5 kg cayó intacta en una granja en Saskatchewan, Canadá. Esto abre interrogantes sobre los riesgos físicos para las personas en tierra.

La frecuencia de estos reingresos podría dispararse de un ritmo semanal a uno diario, a medida que la red Starlink crece hacia su objetivo de más de 30.000 satélites. El diseño y los materiales de los satélites deberán ser reconsiderados, priorizando la desintegración total y segura. Mientras tanto, la falta de predictibilidad de las tormentas solares amenaza con convertir cada lanzamiento en una apuesta.

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Una tormenta de desafíos para el futuro orbital

Los ingenieros de SpaceX se enfrentan a una nueva generación de problemas orbitales. Ya no basta con calcular trayectorias limpias: ahora deben anticipar las perturbaciones del sol, ajustar altitudes, reforzar sistemas de propulsión y, sobre todo, garantizar la continuidad del servicio en condiciones imprevisibles.

Usuarios de Starlink ya reportaron interrupciones del servicio durante una tormenta solar en mayo de 2024, lo que pone en duda la fiabilidad de la cobertura global prometida. A medida que el Sol se convierte en un actor protagonista de la carrera espacial privada, el sector deberá innovar no solo en hardware, sino también en modelos de resiliencia orbital.

Cuando el sol dicta las reglas

La interacción entre clima solar y tecnología orbital ya no es una curiosidad académica: es una amenaza real y constante. La infraestructura espacial del siglo XXI —desde internet satelital hasta observación climática y defensa— depende de dispositivos que operan en una región cada vez más inestable del espacio. Y el sol, impredecible y brutal, ha comenzado a mostrar su poder.

Este nuevo contexto exige una transformación profunda en cómo diseñamos, desplegamos y operamos satélites. La era de las mega-constelaciones necesita adaptarse a una dinámica atmosférica más agresiva, integrando factores solares en cada decisión técnica. Más que una cuestión de ingeniería, es una cuestión de supervivencia orbital.

Si el siglo pasado fue el del desafío lunar, el de ahora será el de la batalla contra el sol. Una carrera silenciosa, pero cargada de consecuencias muy tangibles.

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