Tras 20 años, el ingrediente secreto de la computación cuántica ya es real
Alberto Noriega
21 julio 2025
4 min.
Científicos de QuEra, Harvard y MIT logran la primera destilación funcional de estados mágicos, clave para la computación cuántica tolerante a fallos.
Investigadores de QuEra Computing, la Universidad de Harvard y el MIT han logrado un hito clave en el desarrollo de la computación cuántica práctica y tolerante a fallos. El experimento, publicado el 17 de julio en Nature, logró por primera vez la destilación de estados mágicos en qubits lógicos, un proceso esencial para realizar operaciones cuánticas no simulables clásicamente. Esta técnica, propuesta hace más de 20 años, permite purificar estados cuánticos defectuosos y convertirlos en recursos útiles para cálculos avanzados. Con este avance, la computación cuántica da un paso decisivo hacia su implementación real y universal.
La magia detrás del código cuántico
Por primera vez, un equipo científico ha logrado ejecutar la destilación de estados mágicos directamente sobre qubits lógicos protegidos contra errores. Este proceso transforma múltiples estados cuánticos imperfectos en uno solo de alta fidelidad, lo que permite ejecutar operaciones no-Clifford, imposibles de simular eficientemente por ordenadores clásicos. La hazaña fue realizada en la plataforma de átomos neutros Gemini, de QuEra Computing.
El protocolo implementado, de tipo 5 a 1, logró mejorar fidelidades del 95,1% al 99,4% (en códigos de color de distancia 3) y del 92,5% al 98,6% (en distancia 5), alcanzando una supresión de errores de hasta 8 veces. Esto convierte a la destilación cuántica, hasta ahora una idea teórica, en una herramienta viable para generar los recursos necesarios que hagan funcionar ordenadores cuánticos verdaderamente útiles.
Un salto desde la teoría
El concepto de estado mágico fue propuesto en 2004 por Bravyi y Kitaev como el ingrediente esencial para superar las limitaciones de las compuertas Clifford, que son tolerantes a fallos pero fácilmente simulables. Los estados mágicos, como los tipos H y T, permiten a las computadoras cuánticas realizar operaciones universales, añadiendo un componente no-Clifford clave a los circuitos.
Estos estados no pueden crearse durante la ejecución del programa: deben ser preparados y purificados de antemano mediante procesos complejos. El avance logrado por el equipo demuestra que esto es posible a nivel lógico, y que la arquitectura de átomos neutros es capaz de manejar esa complejidad en tiempo real, con reconfiguración dinámica y múltiples fábricas cuánticas funcionando en paralelo.
De cinco imperfectos, uno perfecto
La técnica de purificación cuántica utilizada puede compararse a refinar crudo en combustible de aviación: se necesitan cinco estados defectuosos para producir uno útil y preciso. Mediante tres capas de compuertas Clifford y movimientos atómicos coordinados, el sistema de QuEra superó todos los retos técnicos previamente insalvables en la ejecución real del protocolo de destilación.
El experimento también evidenció el poder de la codificación lógica paralela y la modulación óptica avanzada para reorganizar átomos durante el cálculo. El resultado es una de las versiones más eficientes jamás reportadas de este proceso, capaz de generar estados mágicos directamente en el espacio lógico donde se ejecutan los algoritmos cuánticos. Esto es esencial para garantizar resiliencia frente a errores y robustez a escala.
Computación cuántica realmente útil
Este logro coloca por primera vez la computación cuántica tolerante a fallos en el terreno de lo experimentalmente factible. Hasta ahora, el gran obstáculo no era solo construir qubits, sino mantenerlos coherentes el tiempo suficiente y operar sobre ellos sin que el ruido del hardware los inutilice. La destilación lógica de estados mágicos proporciona ese escudo: una forma de mantener la pureza cuántica a pesar de las imperfecciones del mundo físico.
Los investigadores han señalado que esta técnica es escalable, lo que permitirá construir “fábricas” de recursos cuánticos necesarios para aplicaciones prácticas reales, como simulaciones moleculares, optimización industrial y criptografía postcuántica. En otras palabras, la computación cuántica empieza a cumplir su promesa no solo en teoría, sino en laboratorios funcionales que producen qubits limpios y listos para actuar.
La alquimia del siglo XXI
El experimento de QuEra, Harvard y MIT marca el inicio de una nueva era: la de la ingeniería cuántica de precisión. Si hasta ahora los ordenadores cuánticos eran un caos elegante, llenos de potencial pero incapaces de sostenerse, hoy empiezan a parecer máquinas reales con engranajes funcionales. La creación de estados mágicos purificados es, en cierto modo, una alquimia moderna: transformar lo frágil en poderoso, lo inexacto en fiable.
Es solo un primer paso, pero uno que cambia el ritmo de la carrera cuántica. Lo que parecía un ideal teórico hace dos décadas se ha materializado en una tabla óptica real, en átomos moviéndose bajo control láser y cálculos que resisten el ruido. La computación cuántica, para ser verdaderamente útil, necesitaba este ingrediente. Ahora que lo tiene, el futuro ya no es solo especulación: es diseño, implementación y control. El mundo cuántico empieza a organizarse. Y esta vez, para quedarse.