Tras un accidente mortal, China impone reglas éticas a los vehículos autónomos

China publica directrices éticas para coches autónomos, exigiendo responsabilidad, seguridad y límites claros tras un accidente fatal.
El Ministerio de Ciencia y Tecnología de China ha publicado nuevas directrices éticas para el desarrollo y uso de coches autónomos, en una medida anunciada el miércoles 17 de julio. El documento exige priorizar la seguridad del usuario, limitar la recopilación de datos y delimitar las responsabilidades en caso de accidente. La medida surge tras el choque mortal de un sedán Xiaomi SU7 en modo asistido, y en medio de un endurecimiento regulador que abarca varios ministerios del país. China se adelanta así en la carrera global por controlar la ética de la inteligencia artificial en la automoción.
China impone ética a los algoritmos
Las nuevas directrices del Ministerio de Ciencia y Tecnología de China establecen que cada sistema autónomo deberá ser registrado y evaluado antes de su despliegue, incluyendo los algoritmos que lo rigen. Además, se obliga a los desarrolladores a asegurar que la recopilación de datos esté limitada estrictamente a lo necesario para funciones de conducción, excluyendo información superflua o con posibles usos comerciales no justificados.
Uno de los puntos más relevantes del documento es la introducción de marcos claros de responsabilidad legal, que indican quién debe responder en caso de accidente según el grado de autonomía del vehículo. En niveles bajos, el conductor sigue siendo legalmente responsable, mientras que en niveles altos la carga puede recaer parcialmente sobre el fabricante o el proveedor del sistema. Esta aclaración responde a una laguna legal global y marca un precedente internacional.
El gobierno también ha prohibido explícitamente la promoción engañosa de funciones de conducción asistida, algo que varias marcas tecnológicas han utilizado para diferenciarse en el mercado. “No existe la conducción totalmente autónoma en el mercado actual”, declaró Wang Qiang, portavoz del Ministerio de Seguridad Pública, enfatizando que la conducción asistida no exime de responsabilidad al conductor humano.
La medida apunta directamente a las estrategias de marketing que han generado expectativas poco realistas entre los consumidores. En consecuencia, se reforzarán los estándares de verificación de sistemas inteligentes y se exigirá transparencia en los materiales promocionales, bajo amenaza de sanciones administrativas y legales.
Consecuencias tras el accidente del Xiaomi SU7
El detonante inmediato del cambio normativo fue el choque de un Xiaomi SU7 en modo asistido en marzo de 2025, que resultó en la muerte de un peatón. Según las autoridades, el sistema estaba activo segundos antes del impacto, lo que evidenció la falta de claridad sobre los límites y responsabilidades del piloto automático. La investigación concluyó que el conductor había soltado el volante confiando ciegamente en la tecnología.
En respuesta, el Ministerio de Seguridad Pública endurecerá los requisitos de pruebas y validación para todos los sistemas de asistencia a la conducción, además de actualizar los exámenes de conducir para incluir secciones sobre uso responsable de estas funciones. Esta reacción se alinea con un cambio más amplio en la política tecnológica de China: priorizar la regulación y la ética frente a la innovación sin freno.
El gobierno planea modificar los exámenes de conducción en todo el país para reflejar la realidad tecnológica del parque automotor. Las pruebas evaluarán si un conductor sabe utilizar correctamente las funciones inteligentes, entiende sus limitaciones y no confía ciegamente en el vehículo.
Esta modificación representa una transformación profunda en la relación entre el ciudadano y la inteligencia artificial en la vía pública. A la vez que se impulsan regulaciones conjuntas entre los Ministerios de Seguridad Pública, Industria y Tecnología, también se está construyendo una cultura de corresponsabilidad: el coche puede pensar, pero el humano no puede dejar de hacerlo.
La carretera no es una simulación
El caso de China revela una paradoja moderna: cuanto más capaces son nuestras máquinas, más urgente se vuelve imponerles límites humanos. La decisión de exigir ética, transparencia y responsabilidad compartida en la conducción autónoma no es solo una medida legal, sino una declaración filosófica: el progreso no puede desentenderse de la ética. Lo que está en juego no es solo la seguridad vial, sino la manera en que coexistimos con la inteligencia artificial en nuestras decisiones cotidianas.
Mientras otros países aún debaten marcos regulatorios vagos, China avanza en la creación de una constitución moral para la IA al volante. Este movimiento puede marcar el inicio de una nueva era en la relación entre tecnología y sociedad, en la que la innovación se somete, por fin, a un juicio más humano que algorítmico.
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